El
calabacín es una hortaliza alargada, con piel desde amarilla a verde oscura, de
la familia del melón, la sandía, la calabaza y el pepino. Los ejemplares más
sabrosos se recogen de julio a septiembre; los calabacines de gran tamaño
tienen demasiadas pepitas y su carne es poco tierna. Están compuestos
fundamentalmente por agua, hidratos de carbono y pequeñas cantidades de grasa y
proteínas. Así mismo, contienen vitamina C, B1, B2 Y B6 (las tres últimas en
menores cantidades) y folatos.
Como
ya sabemos, la vitamina C posee acción antioxidante y aumenta la resistencia a
las infecciones. Además, ayuda en la formación de colágeno, huesos y dientes y
favorece la absorción de hierro.
Los
folatos intervienen en la formación de glóbulos rojos y blancos, es decir,
tienen un papel en el desarrollo del sistema inmune.
Los
calabacines son ricos en potasio y poseen magnesio, fósforo y hierro en bajas
cantidades. Al ser pobres en sodio y ricos en potasio, ejercen como excelentes
diuréticos, beneficiosos si hay retención de líquidos; con la producción de
orina se eliminan sustancias de desecho disueltas en ella.
El
magnesio tiene un papel importante en la formación de huesos y dientes, el
desarrollo del sistema nervioso y la inmunidad del organismo.
Su
contenido en fibra aporta propiedades laxantes y contribuye a disminuir la
absorción de colesterol y azúcar, con lo que aparecerán en sangre en menor
cantidad.
El
calabacín también contiene usas sustancias que se llaman mucílagos, un tipo de
fibra que desinflama las mucosas del aparato digestivo.
Según
la forma de preparación de este alimento, sus calorías pueden aumentar
notablemente (puede freírse, cocerse, asarse…).
Tortilla de calabacín |
Vídeo-receta (crema de calabacín)
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