La berenjena es una planta de climas cálidos o templados, originaria de la India, donde se cultiva desde hace más de 4.000 años. Fueron los españoles los que la introdujeron en Europa, donde se extendió rápidamente.
Pertenece a la familia de las solanáceas. Es un fruto que puede alcanzar unos 30 centímetros de largo, de color violáceo (por su elevado contenido en antocianinas), con la carne blanca-amarillenta por dentro. Puede consumirse preparada de diversas formas, aunque siempre debe ser cocinada, pues uno de sus componentes (la solanina), que se destruye durante la cocción, es tóxico y puede producir dolor de estómago y de cabeza.
La berenjena contiene un 90% de agua, pocas grasas y, si se toma con piel, fibra.
La fibra de la berenjena ayuda a “limpiar” el organismo y rebaja los niveles de azúcar en sangre.
Al tener un elevado contenido en agua, presenta pocas calorías; además, por este mismo motivo es un alimento diurético y mejora la circulación.
Asimismo, posee la capacidad de estimular el funcionamiento de la bilis, por lo cual absorbe las grasas de los alimentos que se consumen con ella, que están presentes en el intestino.
Las berenjenas también contienen vitaminas (E, A, C, ácido fólico...) y minerales importantes para el organismo, como hierro, calcio, fósforo…
La vitamina E (antocianina) es un antioxidante que se encuentra en la piel de la berenjena y le aporta propiedades antioxidantes, protegiendo el organismo de algunos tipos de cáncer, como el de estómago.
El ácido fólico es muy importante para las embarazadas durante la gestación.
Como es rico en magnesio y hierro, previene la anemia y mejora las defensas y el funcionamiento de corazón y demás músculos.
Además, contiene altos niveles de potasio e incluso sodio, importantes para el sistema nervioso y cardiovascular.
Receta de berenjena rellena de marisco
(clic foto)
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