La
miel es una sustancia elaborada por las abejas a partir del polen de las
flores.
Debido a sus beneficios, es un producto empleado
desde hace miles de años. En la Antigüedad se desconocía la existencia del
azúcar y en su lugar se utilizaba la miel, que según su grado de dulzor tenía
diferentes usos en la cocina.
Contiene un 80% de hidratos de carbono,
todos ellos azúcares de absorción rápida como fructosa, glucosa, maltosa y sacarosa. Estos
azúcares suponen un aporte de energía muy elevado, digiriéndose y absorbiéndose
muy rápidamente para así pasar a la sangre y de allí a tejidos como el corazón,
los glóbulos rojos y el cerebro.
Las vitaminas presentes en la miel
tienen la propiedad de conservarse durante largo tiempo. El color de este alimento oscila entre ámbar claro y castaño
oscuro dependiendo de su procedencia. Cuanto más oscura es la miel, más rica en
minerales y vitaminas B y C. Cuanto más clara, más rica en vitamina A.También contiene gran cantidad de enzimas y ácidos orgánicos (como el ácido fórmico, que le confiere propiedades antisépticas).
Además, sus antioxidantes frenan la aparición de radicales libres, responsables del envejecimiento y de algunas enfermedades.
Recientes estudios demuestran que, por tanto, al
ser rica en vitaminas, minerales y aminoácidos, la miel pura es un poderoso
antimicrobiano, muy útil para tratar quemaduras y heridas de pequeña dimensión
(uso que ya le daban los egipcios) y que sirve como terapia adicional para ciertas
afecciones bacterianas. Este efecto de barrera contra las infecciones se
explica porque su elevado contenido de azúcar, su acidez y su bajo contenido proteico,
dejan a las bacterias sin el nitrógeno que necesitan para crecer.
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