Slow
food es una asociación internacional creada en 1986 por el italiano Carlo Petrini,
cuya cuna está en Bra, zona famosa por sus vinos, su trufa blanca, sus quesos y
su carne de oveja y cordero. Agobiado por la industrialización y la comida
rápida, Petrini decidió crear este movimiento en busca de una vida sin prisas y
el disfrute de la gastronomía. A día de hoy, la asociación tiene sedes en
Italia, Alemania, Suiza, Estados Unidos, Francia y Japón y sus más de 100.000 socios
se reparten en hasta 122 países del mundo, incluyendo España.
Se
trata de una organización sin ánimo de lucro: lo obtenido de sus actividades se
invierte en otras actividades relacionadas con los fines que ha establecido la
asociación. Para autofinanciarse, Slow Food se vale de dos sociedades:
-
Slow Food Promozione, que organiza y gestiona los
grandes eventos y la captación de fondos de las cuotas de asociado.
-
Slow Foof Editore, que se encarga básicamente del
aspecto editorial (libros, revistas y noticias).
Slow
food está a favor de los principios que defiende la agricultura orgánica y
trabaja para garantizar que sea tradicional, segura, natural y dé como lugar
cosechas de gran calidad. Esto no quiere decir que se oponga a la investigación
con transgénicos, pero sí es contraria a la plantación comercial de cultivos
genéticamente manipulados, ya que considera que el ser humano todavía no puede
predecir o asumir resultados que pueden resultar una amenaza. Así, defiende que
todos los productos que contienen ingredientes manipulados genéticamente deberían estar minuciosamente etiquetados.
Slow
Food también da importancia a la diversidad de las recetas y los sabores, a la
cocina local, a reconocer la variedad de los lugares de producción, a respetar
el ritmo de las estaciones y a la producción tradicional. Fomenta un modelo de
agricultura menos intensivo y más limpio, que respecta las especies vegetales y
animales en peligro de extinción y que ofrece perspectivas de desarrollo
incluso en las regiones más pobres del planeta.
La
filosofía principal del movimiento es la defensa del placer gastronómico y la
búsqueda de un ritmo de vida más lento para alcanzar una mejor calidad de vida,
dándole también gran importancia a la cultura, el arte, la arquitectura… De
esta forma han surgido las Slow Cities, una serie de pueblos y ciudades que
buscar aumentar la calidad de vida de sus ciudadanos, con normas específicas
sobre las restricciones de tráfico, las infraestructuras (acordes con la
localidad)… y que ante todo defienden los alimentos tradicionales.
En el
siguiente enlace podemos ver una noticia que habla sobre Slow Food en Galicia,
a donde ha llegado también hace unos años esta corriente de protección de
productos artesanales.
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