El agua es esencial para un buen funcionamiento
renal, pues permite eliminar toxinas y sustancias nocivas y evita la formación
de piedras y cálculos. Se recomienda beber unos 2 litros de agua al día; un
bajo consumo favorece la aparición de enfermedades renales y de infecciones de
las vías urinarias.
Así mismo, para proteger nuestros riñones debemos
seguir una dieta equilibrada y evitar ciertos alimentos que exigen un mayor
esfuerzo de estos órganos, como los alimentos muy grasos. En este grupo se
incluye también el exceso de carne, pescado o huevos por su alto contenido proteico.
Además, seguir una dieta equilibrada es importante
porque patologías como la hipertensión, la hipercolesterolemia y la diabetes,
agravan la insuficiencia renal. Finalmente, en la lista de sustancias “prohibidas”
hay que incluir la sal. Aunque tiene una función en nuestro organismo, en
exceso los riñones no pueden depurarla y queda almacenada en tejidos y órganos,
causando la llamada “retención de líquidos”.
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