La mayoría de las frutas y verduras son consideradas cada vez más como alimentos necesarios para una alimentación saludable. No obstante, su consumo generalizado da lugar a una importante cantidad de procesos de origen infeccioso. Uno de los principales problemas está relacionado con la elevada contaminación derivada de su producción.
Las superficies de las frutas se contaminan con frecuencia con heces de insectos, aves o con restos de suelo. Sin embargo, la mayoría de los consumidores no son conscientes del problema que puede suponer este tipo de contaminación. Es curioso que, en las verduras, se produzca todo lo contrario, y de hecho, se suelen emplear diversas sustancias desinfectantes con la finalidad de garantizar su seguridad.
Esta diferencia puede estar relacionada con las características especiales de las frutas. Por una parte, se sabe que la mayoría crecen en árboles, alejados de animales y del suelo. Además, todas las frutas poseen una cubierta externa, más o menos gruesa, que les confiere rigidez y aislamiento.
Sin embargo, esto no es suficiente, ya que frutas como las fresas, los melones o las sandías crecen muy cerca del suelo, lo que implica que todos los vegetales estén expuestos a las condiciones del tiempo y al acceso de algunos animales e insectos.
Todo esto, junto con la manía constante de la mayoría de consumidores de tocar las piezas de fruta antes de su compra, nos lleva a pensar que se debería aplicar un proceso de higienización sobre todo este tipo de frutas y verduras, o por lo menos insistir en ello a los consumidores para que todos y cada uno de ellos se conciencien y así laven sus frutas y verduras antes de servirlas a la mesa o ingerirlas.
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