- La
entrada se encuentra a la derecha porque solemos caminar por ese lado.
- La
música rápida en horas punta nos incita a comprar más rápido. La música lenta,
cuando el establecimiento está casi vacío, sirve para relajarnos y “retenernos”
más tiempo.
- La
luz cálida y brillante hace más apetecibles frutas y verduras; la luz blanca
aporta sensación de limpieza junto a los productos del hogar; la luz del estante de las bebidas
alcohólicas semeja la de un pub y la de la zona de los vinos imita la de las
bodegas.
- Los
carritos son de gran tamaño para que nuestro cerebro crea que debemos llenarlo.
Además, cada producto está
colocado de forma que llame más la atención, dependiendo de que tipo se trate.
De esta forma:
- Las
marcas blancas y las ofertas se colocan al lado de los productos más caros,
para que la diferencia de precio sea más evidente.
- Los
productos básicos son colocados al fondo en la mayoría de las ocasiones, para
que el consumidor tenga que pasar al lado de otros muchos productos mientras
llega a su objetivo. Así es más fácil que acaben comprando cosas que no
necesitaban. Lo mismo sucede con las marcas más vendidas: si las ponen al final
de la fila, obligan a pasar junto a otras menos conocidas para invitar a su
adquisición.
- En
los estantes, a la altura de los ojos colocan los productos más caros o packs
de productos llamativos para el cliente, pero que no suponen ningún ahorro.
- Finalmente,
junto a las cajas registradoras se sitúan artículos apetecibles (especialmente
para los niños), que vamos a ver obligatoriamente: chucherías, bebidas frías,
aperitivos o incluso pilas (que siempre podemos necesitar).
Las cámaras de vigilancia
también se consideran una herramienta de los supermercados (no sólo para evitar
hurtos), ya que las imágenes se graban y después se analizan para estudiar el
comportamiento y la actitud de los consumidores.
La difusión de estas técnicas
ha llegado incluso a los programas de televisión, como podemos ver en el
siguiente enlace:
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