Desde la antigüedad, el melón fue alabado por ser una
fruta, decían “tan beneficiosa como el sol”. A lo largo de los siglos, su
tamaño a crecido, así como el número de tipos que existen.
Es una fruta de verano, con forma de esférica a
ovalada (dependiendo de la variedad) y una corteza fina que va del verde al
amarillo. Su pulpa es blanca-amarillenta, compacta y muy dulce; en su interior
contiene semillas también amarillentas. El melón maduro se deteriora
rápidamente, por lo que debe consumirse lo antes posible.
El melón es una fuente de agua, pues se trata de una
de las frutas con mayor contenido de este elemento: un 80%. El organismo
necesita agua para funciones muy diversas, es el componente fundamental de la
célula e interviene en la regulación de muchas reacciones químicas. Como
también es rico en potasio (necesario para la transmisión del impulso nervioso
y para la actividad muscular normal), se trata de un alimento altamente
diurético, recomendable para hipertensos o gente con retención de líquidos. Sin
embargo, quienes padecen insuficiencia renal y requieren un control de este
mineral deben consultar con su médico antes de consumir grandes cantidades de
esta fruta.
Aporta escasas calorías, ya que el porcentaje de
azúcar en su composición es bajo.
Destaca la cantidad de vitamina C, potente
antioxidante que interviene en la formación de colágeno, huesos, dientes… y que
favorece la absorción de hierro y la resistencia ante infecciones
Cabe mencionar también la presencia de beta-carotenos
(provitamina A), un antioxidante (al igual que la vitamina C) cuya mayor o
menor presencia depende de la intensidad de pigmento de la pulpa y que en
nuestro organismo se transforma en vitamina A, esencial para la visión, las
mucosas, los huesos, el sistema inmune…
El consumo de estas vitaminas está especialmente
recomendado a las personas con riesgo de carencias o en periodos de
crecimiento, embarazo o lactancia.
Además de potasio, el melón también contiene como
minerales el magnesio y el calcio, aunque este último es de peor calidad que el
de los lácteos. Se trata de una de las frutas más ricas en sodio, con 10 mg por
cada 100 g de producto.
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