Los denominados subproductos animales, como el queso, el
huevo y sus derivados, aseguran a las personas vegetarianas que los consumen, un
correcto aporte de proteínas en su dieta.
Para su consumo, sin embargo, hay que tener muy en cuenta
dos condiciones: el origen de estos productos (alimentación y tratamiento de
los animales) y la moderación, pues su ingestión en exceso puede ser
perjudicial.
derivados de la leche; son importantes por las materias grasas que contienen. A
las personas que no consumen leche, estos productos les aportan no solamente
una parte apreciable de lípidos, sino vitaminas liposolubles, E y D, y una gran
cantidad de vitamina A. Es preferible el uso de guisos de aceite de oliva, ya
que es más saludable que la mantequilla, ya que no genera colesterol. La
mantequilla aporta 7000 calorías por cada 100 gramos.
La crema es un elemento de acompañamiento, es la base de
multitud de salsas, que puede utilizarse con moderación en concina; cuentan con
gran cantidad de lípidos.
Los huevos: Son un alimento rico y particularmente bien
equilibrado. Su albúmina contiene todos los aminoácidos indispensables para el
organismo.
Cien gramos de huevo presentan 162 calorías, que contienen:
agua 74g, prótidos 12%, lípidos 11,5%, glúcidos 0,7%, sales minerales: 195mg de
azufre, 200mg de fósforo, 130 mg de sodio, 140mg de potasio, 11 mg de magnesio,
55mg de calcio, 2,8mg de hierro, 1,5mg de zinc, 0,16mg de cobre, 0,04mg de
magnesio y 0,02 mg de yodo.
Contiene además una gran cantidad de vitaminas importantes,
por lo que se convierte en un alimento por excelencia.
Los quesos: Este alimento contiene gran proporción de
prótidos de origen animal, por lo que no podemos abusar de su consumo. Algunos
quesos son ricos además de prótidos, en materia grasa, como es el caso del
queso Camembert, y pobre en hidratos de carbono; generalmente también contienen sales
minerales en abundancia, sobre todo calcio y fósforo. Los quesos como el gruyere
son más ricos en materias grasas, pero más pobres en hidratos de carbono y
sales minerales.
La principal vitamina común a todos ellos es la B2. El queso
parmesano, por ejemplo, contiene mucha vitamina A y es pobre en D y E.
La leche: Es un alimento de primer orden, sobre todo si lo
consumimos en cantidades razonables. La leche es rica en aminoácidos, con una
gran proporción de prótidos del 3,5%; abundantes glúcidos, sales minerales
(calcio, fósforo y potasio) y vitaminas A, B1, B2, D y E. Su contenido en
lípidos se sitúa alrededor del 4% y en el caso de los hidratos de carbono,
alrededor del 5%.
La miel: Es un alimento pobre en prótidos, que no contiene
materias grasas. Sin embargo su contenido en hidratos de carbono es muy
elevado, alrededor del 80%, por lo que se considera un alimento enormemente
energético (más de 300 calorías por cada 100 gramos). Por otra parte, la miel
aporta muy pocas sales minerales y vitaminas.
Es un alimento que favorece en la digestión, y los azúcares
que contiene son directamente asimilados por el organismo.
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