El kéfir es una estructura polisacárida donde conviven en simbiosis diversos microrganismos y que adquiere una forma de gránulos de gelatinosa, de color blanca o amarillenta, consistencia elástica y aspecto similar a las flores de coliflor.
Se cree que proviene del Cáucaso, en dónde se ha consumido durante miles de años, y además se le atribuyen numerosos beneficios sobre la prolongación de la vida.
Muchos científicos han estudiado este tipo de fermento, como es el caso del profesor japonés Nokimowa que se encargó de estudiar la repercusión del kéfir en las enfermedades del sistema respiratorio, infecciones intestinales, enfermedades del hígado y vesícula biliar, entre otras patologías.
Tradicionalmente los nódulos de kéfir se generaban como consecuencia de cuajar la leche en cántaros de madera. Con el paso de los días se formaba sobre las pareces unos gránulos de consistencia gelatinosa. Los habitantes del Cáucaso sumergían esto en leche ordeñada obteniendo una bebida de benéficos efectos, conocida como “leche kefirada”.
Por lo tanto, el kéfir es una bebida fermentada carbonatada ácida. Éste se considera como un alimento probiótico, ya que aporta microrganismos benéficos para la flora intestinal, y que estimulan el crecimiento e la actividad de bacterias de la flora.
Las propiedades del kéfir:
El kéfir es un gran desintoxicante, regenerador de la flora intestinal y estimulante de las defensas naturales, pero aún así, debemos tener cuidado y mantener un consumo moderado.
La gran importancia del kéfir sobre la flora intestinal, se debe a que ayuda a realizar una buena digestión y asimilación de los nutrientes ingeridos.
Desde que nacemos hasta la edad adulta, nuestra flora intestinal cambia a lo largo de los años. En un principio, el intestino es estéril, pero posteriormente se introducen microrganismos a través del alimento, que en muchos casos se produce un pH inadecuado para la proliferación de gérmenes de putrefacción.
Cuando ya entramos en la edad adulta, nuestra flora cambia. Además una alimentación rica en proteína animal produce putrefacciones intestinales, alterando la flora bacteriana normal apareciendo una cantidad excesiva de gérmenes de la putrefacción.
El kéfir se encarga de transformar la flora intestinal putrefactiva y sustituyéndola por los bacilos lácticos con propiedades antisépticas, además también produce la secreción de sustancia antipútrida, cambiando así la putrefacción por la fermentación láctica. Y además según investigadores, el kéfir aumenta la protección contra las infecciones producidas por Escherichia coli.
Otras propiedades que presenta el kéfir son: antivirales, antifúngicas y antibióticas, favoreciendo así el sistema inmunológico. También ha sido utilizado en enfermedades como cálculos renales,
diabetes, artritismo reumático, infarto de miocardio, esclerosis múltiple, anemia, asma, bronquitis…Y además está recomendado en personas con problemas del aparato digestivo (úlceras, colitis ulcerosa, intolerancia gástrica, colon irritable…)
diabetes, artritismo reumático, infarto de miocardio, esclerosis múltiple, anemia, asma, bronquitis…Y además está recomendado en personas con problemas del aparato digestivo (úlceras, colitis ulcerosa, intolerancia gástrica, colon irritable…)
Este hongo debe conservarse en leche fresca y en un recipiente cerrado, pero éste no debe de estar completamente lleno, sino que la tercera parte debe estar vacía para que quede aire y ayude al proceso de transformación. Sin embargo, debemos de tener especial cuidado con el kéfir para evitar que se muera, así tenemos que cambiarle la leche cada 24 horas. Este hongo crece y se reproduce.
Las utilizaciones del kéfir son muy variadas; se pueden elaborar preparaciones a base de leche fermentada, batidos de frutas y crema de queso además del ya mencionado yogurt.
A continuación se muestra una comparación nutricional entre diversas leches que encontramos en el mercado y la leche kefirada:
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