El brécol es una planta similar a la coliflor, con un
sabor más suave, que se cosecha en los meses de invierno y primavera; ésa es la
mejor época del año para consumirlo, aunque actualmente puede adquirirse brécol
en todas las estaciones. El brécol puede conservarse incluso congelado, para lo
cual antes ha de escaldarse.
Su cabeza tiene forma irregular, su tallo es firme y
su color, verde oscuro o verde azulado, nos indica que se encuentra en buen
estado. Debemos rechazar aquellas piezas que sean blandas y amarillentas.
El componente mayoritario de esta verdura es agua, lo
que le confiere una importante acción diurética; en esto también ayudan su alto
contenido en potasio y bajo en sodio. Este efecto reduce la hipertensión y la
retención de líquidos y con la orina se eliminan además sustancias de desecho
disueltas, lo que beneficia a personas con tendencia a tener cálculos renales o
mucha cantidad de ácido úrico. Su alto contenido en fibra le aporta
propiedades laxantes y crea sensación de plenitud al ingerirla. Por todo esto,
y por su baja cantidad de calorías, es una verdura muy usada para dietas.
Pero esto no es beneficioso para todo el mundo, pues
la fibra y los compuestos de azufre que contiene provocan flatulencia en
algunas personas e incluso dificultades para digerirlo. Los compuestos de
azufre también se contraindican para personas con problemas renales, ya que
irritan el riñón.
El brécol también puede tener efectos adversos a
niveles más amplios: masticar el brécol crudo favorece la liberación de ciertas
substancias que bloquean la absorción de yodo, indispensable para el
funcionamiento de la glándula tiroides, responsable de producir hormonas que
intervienen en numerosas funciones metabólicas.
El brécol es una fuente maravillosa de antioxidantes,
encargados de bloquear los radicales libres que se van generando a lo largo de
la vida y que son los causantes de efectos negativos en la salud al alterar
moléculas tan importantes como el ADN. Bajos niveles de antioxidantes se
relacionan con riesgo de cáncer y enfermedades degenerativas. El brécol en si se
considera entonces como protector frente a varios tipos de cáncer (pulmón,
próstata, estómago, hígado colon…) debido a su gran cantidad de vitamina C y E,
betacarotenos y unas substancias llamadas fitoquímicos. Dentro de este grupo
está la quercetina, que actúa como antinflamatorio y que parece disminuir el
crecimiento de algunos tumores.
Es importante decir que el brécol cocido conserva bien
sus antioxidantes.
El brécol posee una cantidad elevada de vitamina C,
betacarotenos y vitamina E y vitamina B1.
Los betacarotenos son unos pigmentos de los vegetales
que dentro de nuestro organismo pueden transformarse en vitamina A si así se necesita.
La vitamina A es importante para el desarrollo del
sistema nervioso y de la vista y participa en la formación de ciertas enzimas
en el hígado, así como de hormonas sexuales y suprarrenales. También tiene
acción antioxidante.
La vitamina C participa en la formación de colágeno,
huesos, dientes… favorece la resistencia a infecciones y la absorción de
ciertos nutrientes en el organismo, como el hierro.
Tanto los betacarotenos como la vitamina C ayudan al
buen funcionamiento del sistema inmune y previenen enfermedades degenerativas y
cardiovasculares.
La luteína, de la familia de los carotenos, es
abundante en diferentes partes del ojo humano y actúa como protector de las
cataratas en edad avanzada.
Finalmente es importante señalar que el brécol
contiene minerales importantes para la transmisión de los impulsos nerviosos y
el funcionamiento de los músculos, como calcio, zinc, magnesio, fósforo, hierro…
excelente informe, muy completo
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